
Preguntas para autobservarme y aprender de mí.
Esteban Rojas
Aprendí, por vivencia, que mi sosiego interior es como la conmovedora experiencia de un paisaje. Solo la descubro si atiendo al presente.
Cuando pierdo la intención de atenderme y me veo arrastrado por los pensamientos involuntarios automáticamente me agito. Acto seguido empiezo a buscar cometidos o metas que me perturban con su ansiedad por alcanzarlas. En el caso de que no descubra metas o cometidos que alcanzar me lleno de un inquieto aburrimiento que me incomoda. De cualquier forma, e independientemente a lo que haga de acuerdo a lo que me propongan los pensamientos, pierdo la paz y el sosiego interior.
Para recuperar la paz y el sosiego interior he de recuperar la atención intencionada a lo que estoy viviendo. No preciso nada externo a mí. Ni templos, ni vestimentas, ni maestros ni aromas, ni lugares. La sensación de mi presencia es mi vestimenta y mi templo; el fluir de la vida mi mejor y única circunstancia y la auto comprensión surgida de mi autobservación, mi único maestro.
Amor y compasión no surgen por que los persiga ya que todo lo que persigo me lleva a perder la paz y el sosiego interior. Amor y compasión surgen de la paz y el sosiego interior de sostener, intencionadamente y sin juzgar, la atención intencionada a lo que estoy viviendo. Acompañar el flujo de mi vida, en estas condiciones, despliega un proceso natural y universal de auto regulación con la armonía (del que nada ni nadie puede apropiarse) que es sanador de las consecuencias de los conflictos generados por vivirme ausente del presente de mi propia existencia.
Esta es mi auto responsabilidad con mi propia salud y con la de todos, pues mi paz y mi sosiego interior dependen de que habite mi vida con atención intencionada.
Necesito habitar el hogar que soy.