Más consideraciones acerca de un concepto de conciencia
Contribución de José Esteban Rojas Nieto, Las Palmas de Gran Canarias, España
La conciencia no es algo innato al hombre; es un recurso que la evolución ha puesto en el proceso de nuestra especie, y cuya puesta en práctica dependen del sentido de responsabilidad y la voluntad de cada individuo
La conciencia del presente nos permite captar la vida que fluye, instante a instante. Todo cambia, presente a presente: nosotros, los demás, las cosas, el clima, la naturaleza, todo. El único denominador común en la experiencia de hacernos conscientes de cada instante que vivimos, es la vida misma, la sensación de la vida que impregna todo lo que atendemos. Por eso, solemos mencionar en nuestro colectivo que el objetivo natural de la conciencia es conectar con la experiencia de la vida, conectar, desde la experiencia personal, con el sistema mayor del que todos formamos parte: la vida.
La conciencia del presente activa una poderosa fuerza en el individuo capaz de despertar su responsabilidad y compromiso con la vida. Nos habilita un cauce natural para perfeccionarnos a nosotros mismos, de hacernos capaces de reconocer cuándo una acción va a favor o en contra de la vida. La experiencia consciente del presente nos ofrece la oportunidad de aprehender la experiencia de vivir y de comprometernos conscientemente con la vida. Nos ofrece la posibilidad de descubrir cómo mejorar nuestra existencia alineando nuestros pensamientos, sentimientos y acciones a las condiciones que sostienen la armonía y el equilibrio de la vida.
Activar una vida consciente del presente es una responsabilidad personal. Nadie puede hacerme consciente del instante que vivo. Quizás otros puedan inducirme a caer en cuenta de la trascendencia que tiene vivir conscientemente el presente. Podrían motivarme y capacitarme con ejemplos, anécdotas, cuentos, metáforas y muchas explicaciones. Quizás todo lo que entienda, a nivel de pensamiento, me parezca algo prometedor y me entusiasme con ello. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos que hagan los demás, sólo si doy el paso de atender al presente que vivo podré activar mi conciencia de la vida.
Aunque la vida consciente sólo puede sostenerse desde la responsabilidad personal, no son indiferentes las consecuencias que ésta puede llegar a tener para una comunidad. El salto cualitativo que comportan las actitudes y los comportamientos de una persona cuya visión esté alineada a los valores de la vida va mucho más allá de las simples proporciones aritméticas entre personas conscientes y personas reactivas.
Diez mil años de expansión de la cultura humana nos han traído hasta un mundo globalizado, un mundo donde prima el modelo egoísta de la competencia, en la que disipamos nuestras mejores y más poderosas energías. Necesitamos reinvertir esas energías en un modelo donde lo natural sea la contribución, donde nuestras energías, en lugar de anularse, se complementen. ¿Puede el modelo actual de la sociedad realizar esa transformación? De la respuesta negativa surge una conclusión inevitable: vivimos una crisis en nuestra evolución, que reclama una profunda transformación del modelo que nos ha impulsado hasta aquí. Después de estos años de trabajar apoyando nuestra innovación en el desarrollo de la conciencia de nuestro equipo, no nos cabe duda de que la respuesta a este desafío es: la conciencia.
Trabajar con conciencia del presente nos permite captar muchos aspectos de la realidad, que habitualmente se nos escapaban cuando vivíamos en dinámicas básicamente divagantes y reactivas. Muchas de estas novedades nos dieron señales para cambiar. Nos enseñaron dónde estaban los agujeros del techo de nuestro modelo de pensamiento. Nos propusieron cómo asumir los cambios que precisábamos, cambios capaces de aportar innovación técnica de forma alineada con la vida.
Existen muchos y claros testigos de los beneficios de una vida personal consciente del presente: vitalidad, coherencia con los valores de la vida, empatía, alto nivel de atención, buena memoria, buen nivel de comunicación, flexibilidad ante el cambio, disposición creativa y vocación de contribución. Todos ellos, cuando terminan aportados a una organización, son capaces de modelar paulatinamente un modelo de visión diferente al de las organizaciones que contaminan a la sociedad y al mundo con la competencia.