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12 de octubre Isa Vale la pena vivir distraídos de nosotros mismos

Preguntas para autobservarme y aprender de mí.

Contribución de Isabel Hernández Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, España

 

“LA VIDA ES LARGA, SI SABES COMO USARLA”.  Seneca.

 

El otro día me decía alguien que los días se van volando, que hace poco era navidad
y que ahora ya llega el verano… y se le ha pasado sin darse ni cuenta. ¿No lo has dicho tú también?
Eso me dejó como suspendida. He oído esto innumerables veces y de personas de todas las edades. Me parece fácil suponer que la vida de casi todos tiene tan poco provecho íntimo que es como humo que se lo lleva la brisa más leve. Hacemos muchas cosas, pero ¿es eso la vida que quiero o solo la vida que tengo?

¿De qué debería estar llena mi vida para que el viento no se la lleve como humo a cada momento?
¿De qué manera viviré para que cuando muera no desee haber vivido de otra forma o por más tiempo?

Esas preguntas son pertinentes, pues a menudo vivimos como si fuésemos eternos, postergando lo importante en favor de lo urgente. Como a los emperadores romanos, necesitamos tener presente nuestra finitud. No para sentir miedo, sino para centrarnos en lo que importa.

En esa carrera de hacer y hacer cosas, muchos nos perdemos incluso en tonterías, persiguiendo ensueños de moda y embelesados con promesas vacías de significado verdadero: la carrera, la pareja, la familia, la competencia y la lucha por la supervivencia o el posicionamiento social más ventajoso. Incluso nos perdemos en actividades que cualquiera diría honorables, como ayudar al prójimo, donar algún dinero o tiempo. Pero, a veces, hasta eso queda en un plano muy superficial y nada de eso hace que realmente recojamos una percepción de crecimiento personal interno, de ese que nace a base del cuestionamiento personal de las propias motivaciones de mis actos.

Y para que eso sea posible hay que coger el toro por los cuernos, es decir, a la persona tras la que vivimos atrincherados y desvestirla como a una muñeca y dejarla en lo que es. Por eso esas dos preguntas son tan pertinentes, porque me devuelven al aquí y ahora de lo que de verdad siento que es significativo: el balance actual de mi vida. Observo esa sensación que aflora ante las preguntas y que es una respuesta. Debo estar muy silencioso para poder escucharla y no ensordecerla con comentarios inútiles, pensamientos y justificaciones de mi abandono de mí mismo. ¿Estoy yo presente en mi vida? ¿Soy consciente de lo que siento? ¿Huyo de lo que siento? ¿Me cuestiono con curiosidad y sin acritud por qué hago lo que hago? ¿Por qué opino lo que opino? ¿Por qué me enojan o me entristecen ciertas cosas y me lamento de otras?

¿No será que, en estos tiempos de altas tecnologías, buscamos alargar nuestra vida por la sensación de que no la hemos aprovechado para nada realmente importante y significativo para mí? Me pregunto para qué queremos vivir más años ¿para ver más partidos de futbol, para ir a más lugares de vacaciones, para comer más exquisiteces, para pelearme más con ciertas personas, para ir más veces al cine? ¿Para qué querríamos vivir más tiempo? ¿Qué tan importante vamos a hacer con más tiempo?

Cuidamos nuestro dinero, nuestras cosas, pero ¿cuidamos nuestro tiempo de vida de la misma manera? ¿O quizás lo malgastamos como si nuestra cuenta corriente vital no tuviera fondo?

Vivir poco o mucho, pero con coherencia, depende de la dirección consciente que intencionadamente yo le sepa dar. Darle una dirección puede comenzar con una intención llena de interés por encontrar lo que para cada cual es significativo en la balanza de una vida que valga la pena ser vivida. Luego ya es cosa de aprender a prestar atención a lo que nos aparta de esa dirección (miedos, interpretaciones, hábitos, creencias viejas) y decidir en cada paso lo que es importante y lo que me distrae de mi dirección vital íntima.

Nadie ha dicho que sea fácil o que sea popular, pero a mi entender, es lo único que nos salva del aburrimiento y la ansiedad de vivir en la ausencia y la huida de nosotros mismos.

¿Vale la pena vivir distraídos de nosotros mismos? ¿Podría morir ahora mismo y sentir que lo que he hecho con mi vida ha valido la pena? ¿Que no necesito más tiempo ni cambiar nada?