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11 de setiembre Pepe Sufrir es el precio de vivir ausente

Preguntas para autobservarme y aprender de mí.

Comentario de José Parés Pérez. Concepción, Chile

Vivir ausentes de nuestra vida nos pasa la cuenta de muchas maneras. Entre ellas una de las más notorias e inmediatas es el sufrimiento. Si experimentamos un dolor en la vida ya sea físico o psíquico y no estamos presentes en nuestra vida, ese dolor se convierte en sufrimiento ante nuestra incapacidad de atenderlo por nuestra ignorancia inocente.

No hemos tenido la oportunidad de informarnos de las múltiples consecuencias de vivir ausentes de nuestra vida; y es la forma en que vivimos habitualmente. Nos cuesta darnos cuenta cuando estamos ausentes de la vida pues nos hemos acostumbrados a vivir en ese estado. Incluso hay profesionales de salud que califican como saludable pasar períodos de tristeza, períodos aceptando la soledad no querida y otras condiciones no saludables para nuestro organismo.

Lo que seguramente quieren decir es que debemos poner atención a esos estados que nos sacan de la vida porque son indicios de que algo no estamos administrando bien en nuestra realidad interior. La vida la tenemos para estar presentes y disfrutar permanentemente de ella.

Estamos ausentes de nuestra vida cuando no nos ponemos atención a lo que vivimos en el momento presente. Tenemos que aprender a mantenernos presentes en la vida, pues de nos ser asÍ, lo vivido no es vida; es un permanente pasarla mal, sufrir, sentirnos vacíos, sin armonía, incoherentes en nuestro actuar y ajenos a la paz. Nuestra relación con los demás es complicada y tormentosa. A nadie le puede resultar natural o saludable vivir así.

Si en algunos de los detalles mostrados más arriba para una vida ausente de nosotros mismos Ud. se ha reconocido, no tiene nada más que hacer que hacerse presente en su vida. No tiene nada que cambiar de cómo vive sino sólo empezar a poner su atención en lo que está viviendo en su presente. Sentirse a sí mismo, sus sensaciones, sus pensamientos, sus emociones, sus sentimientos, sus estados de ánimo, sus percepciones internas, lo que hace. En otras palabras, aprender a poner atención en Ud. mismo tan frecuentemente como le sea posible.

Debe poner atención especialmente en esos momentos de emociones intensas por algún dolor que se le presenta por un mal rato vivido; caídas en pensamientos divagantes y autogenerados; momentos de búsqueda desesperada de distracción para salir de lo que está sintiendo; etc. Esos son los momentos en que entrar en Ud. es más complejo y por ello los hemos detallado para que los reconozca y actúe.

Sin embargo, aproveche todo el resto de los momentos del día que pudieran parecerle más sosegados y oportunos para practicar la atención al presente con ejercicios simples sin cambiar lo que sea que esté haciendo. Por ejemplo, si debe caminar algunas cuadras, hágalo sintiendo cuando su pie entra en contacto con el piso, cuando dobla su rodilla para preparar el próximo paso, sentir el disfrute del paisaje recorrido o la frescura del aire en ese lugar, lo que le parezca adecuado sentir. En esos momentos es realmente más simple practicar el estar presente en su vida: sólo ponga su atención en lo que hace.

Cuando Ud. dirige su atención a lo que está viviendo, sintiendo o haciendo, ha dejado de pensar. El pensar es la actividad que nos ocasiona la mayor parte de los conflictos que nos sacan de nuestra presencia.