¿Soy el Muro?
Comentario de Isabel Hdez. Negrín, Las Palmas de GC, España
A veces nos quejamos de la cerrazón de algunas personas, de lo difíciles que son, de lo rígidas o dogmáticas que se muestran.
Pregúntate si eso solo les sucede a “ellos”. Solemos ver la paja en ojo ajeno, pero no vemos la viga en el nuestro. Y no digo esto para hacer un mea culpa. En absoluto. Más bien para desdramatizar, tomar conciencia y aceptar que todos a nuestra particular manera marcamos nuestro territorio. No solo el territorio físico, sino también el de nuestras posesiones internas: nuestras ideas, nuestras creencias, nuestras opiniones, nuestras costumbres, nuestra moral…
Cada una de esas preciadas posesiones pone un bloque en el muro de la incomunicación. De hecho, son pocas las personas capaces de dialogar con actitud abierta sobre asuntos que van contra sus propias ideas o visión del mundo.
Nuestra contribución a la comunicación, a la paz social podría pasar por ir quitando los ladrillos del muro. Un muro que creemos que nos protege pero que también nos aísla y embrutece.
Dejemos de creer que nuestra idea, nuestra opinión, nuestro supuesto o interpretación es la única buena. Dejemos que el muro se derrumbe y descubriremos que hay un mundo más grande, amplio y diverso de lo que creíamos en el que todos cabemos y donde lo más importante no es defender una creencia sino comprender los hechos incluyéndonos a nosotros mismos.
Quitemos hoy un ladrillo del muro. Obsérvate hoy cuando alguna idea u opinión contravenga la tuya. Observa lo que sientes, respira y relájate. Pregunta o cuestiónate en lugar de confrontar. Amplía tu punto de vista. No te auto-engañes con argumentos que siempre te darán la razón. No perderás nada y puedes ganar alegría y paz. No estaría mal!