Preguntas para autobservarme y aprender de mí.
Comentario de José Parés Pérez. Concepción, Chile
Divagar es una actividad mental que implica mantener nuestro pensamiento ocupado persistentemente en un asunto que nos preocupa. La verdad es que cuando estamos divagando, estamos tan abstraídos en ello que ni siquiera podemos hacer un esfuerzo por cambiar el foco de nuestra atención.
Mirado hasta ahí el problema no parece más grave que una pérdida de nuestro tiempo en una actividad totalmente inútil. Pero el problema es grave porque la divagación, como todo pensamiento nos crea conflictos. Si se trata de un asunto ocurrido en nuestro pasado probablemente nos estemos culpando con todas las consecuencias de dolor y sufrimiento que ello pudiere significarnos. Y si se trata de un deseo o propósito o un temor para nuestro futuro, la divagación es el origen y el producto de nuestra depresión, ansiedad y/o codicia.
Si tenemos interés que lo descrito no nos suceda, que la epidemia de la divagación no nos ataque o queremos salir de ella en el caso que ya seamos sus víctimas, hay una manera relativamente sencilla de liberarse. En primer lugar es extremadamente simple darse cuenta cuando uno es víctima de la divagación, no exactamente cuando está divagando sino cuando acaba de salir de ella. Se percata que ha pasado un largo rato prisionero de sus pensamientos sin atender a nada más.
La forma de evitar la divagación o pensamiento divagante es proponerse ocupar nuestra mente en una actividad que no sólo no nos produce conflicto sino que nos ayuda a sentir nuestra presencia en la vida. Para parar el pensamiento ponemos nuestra atención en sentir partes de nuestro cuerpo o a nuestras sensaciones, a nuestra respiración o a lo que sea que haga posible parar nuestro pensamiento divagante.
Es importante librarse de esta epidemia si padecemos de ella porque, adicionalmente a todo lo señalado, el ser víctima de pensamientos preocupantes nos lleva a distracciones de cualquier tipo para poder lograr olvidar, distracciones que no siempre nos resultan saludables, sino que son un daño adicional al que nos hace por sí misma la divagación.