Preguntas para autobservarme y aprender de mí.
Contribución de Isabel Hernández Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, España
Comencemos con esta cita: “El presente existe sólo en la naturaleza, las cosas pasadas tienen su ser en la memoria, pero las cosas que están por venir no tienen existencia alguna, ya que el futuro no es otra cosa que una ficción que la mente fabrica atribuyendo a las acciones presentes las consecuencias que se siguieron en acciones pasadas”. (Thomas Hobbes)
A pesar de que cualquier persona que ha observado este fenómeno sabe de sobra que el presente es lo único que existe, la mayoría de nosotros sigue actuando como si el pasado y futuro existieran, como si fueran algo sólido como una montaña. La tozudez de mantener esta creencia como una verdad tiene consecuencias.
Una de ellas, es la de dejar para mañana las cosas importantes, pero que me cuesta enfrentar. Como si el futuro tuviese alguna garantía de existencia y que, además, va a ser cómo a mí me interesa. Esto ya es pedir un doble milagro. El presente es lo que hay y no es posible actuar fuera del presente. No hay vida fuera del presente, lo que hoy no hago, no existe.
También proyectamos al futuro temores y preocupaciones que tenemos hoy. Así se genera la ansiedad, por ejemplo. Necesitamos percibir, no pensar, que si tengo algún temor, lo tengo ahora y debo aclararme sobre él ahora, en este momento, que es el único en el puedo observarlo, comprenderlo y soltarlo. Si no abordamos los temores hoy, en este instante en el que afloran, los proyectamos a un futuro ilusorio en el que nos seguirán persiguiendo.
Cuando nos creemos que el futuro existe, creamos la esperanza. Es decir, la ilusión de que algo bueno, a veces totalmente imposible, se producirá más adelante. Seamos serios, ¿hay algún fundamento para creer eso? Si somos honestos observando nuestra propia experiencia, se trata sólo de una manera de aliviar la tensión que siento hoy con imágenes esperanzadoras.
Usted puede decir que le gusta sentir esperanza, que qué hay de malo en eso. Pues tiene su punto negativo: creemos en algo que no es cierto. Vivimos el presente como un paso hacia el futuro mejor, cuando el presente es lo único que hay. Perdemos conexión con nosotros en el momento presente y nos acostumbramos a “vernos” solo a través de las proyecciones a futuro (cuando tenga esto; cuando logre lo otro; cuando termine aquello…). Esto hace valorar poco o nada el presente, o sea, mi vida real, que sólo existe aquí y ahora.
¿Te parece que esto tiene pocas consecuencias? Observa lo que sucede con tu vida mientras consideras que el futuro existe fuera de tu imaginación.