
Preguntas para autobservarme y aprender de mí.
Contribución de Isabel Hernández Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, España
Quizás te hayas dado cuenta de que solemos hacer muchas cosas con la expectativa de obtener un beneficio. O, tal vez no. Quizás no vemos que siempre buscamos que el resultado de nuestras acciones nos devuelva alguna satisfacción, aunque algunas sean muy rocambolescas o rebuscadas. Algunos ejemplos muy notorios y sencillos podrían ser:
Estudiar para que los padres estén contentos conmigo.
Ser una madre/padre dedicado para sentir la satisfacción del deber cumplido
Ser el gracioso del grupo para garantizarse ser bien recibido en toda reunión
Parecer melancólico para despertar en otros la compasión y su ayuda
Hacerme el fuerte con la intención de no ser agredido
Ser el mejor alumno para alcanzar el cariño, respeto o una posición de privilegio ante la persona de referencia
Ser una persona entregada y generosa para garantizarse el agradecimiento y la admiración de los demás
En todos estos ejemplos sencillos y fáciles de entrever, podemos observar que siempre hay un beneficio, un placer subyacente, derivado de nuestra conducta. Estos ejemplos son muy evidentes, pero los hay que son mucho más difíciles de reconocer.
Esto es algo que todos hacemos por defecto, es decir, de forma automática, sin pensarlo ni planificarlo deliberadamente. Sin embargo, aunque obtengamos el beneficio del reconocimiento, la compasión, la admiración, la deuda con uno, la culpa del otro, etc., el hábito de actuar de esa manera, nos encadena a buscar la satisfacción con artimañas, de forma poco franca con nosotros mismos, causándonos al final un daño en forma de autoengaños e interpretaciones ficticias de lo que nos rodea y de nosotros mismos.
Al separarme de la realidad a través de la ficción de mi conducta, no me puedo hacer honestamente responsable de mi vida, porque hay aspectos míos que escondo y apariencias que debo dar. Parece que vivo dentro de un personaje del que no soy consciente, que me impide ser yo mismo, aprender lo que soy y sentirme a gusto conmigo y con las circunstancias que tengo.
Esto no es sencillo de observar en uno mismo. Por eso te invito expresamente a que atiendas al beneficio, al placer que buscas obtener de tus conductas. Observa lo que descubres, sin criticarte. Seguro que te será de gran ayuda para vivir más relajado y a gusto contigo.