Preguntas para autobservarme y aprender de mí.
Comentario de José Parés Pérez. Concepción, Chile
Todos sabemos claramente lo que es un deseo y conocemos su persistencia en nosotros. Con frecuencia el no poder acceder a lo deseado, nos hace dejar atrás ese deseo y quizá hasta olvidarlo. El poder de un deseo muchas veces supera la guerra de nuestra voluntad para olvidarlo sin importar las razones para ello. Llegamos hasta poner en dificultades nuestra situación económica para satisfacer nuestro deseo. No estamos, en otras palabras, atentos a la vida que nos es posible llevar.
La aparición de deseos depende de la oposición que ponemos para no satisfacerlos. Se acrecienta cuando no recibe oposición de parte nuestra a su aparición. Los deseos, a diferencia de las necesidades, no se extinguen con su satisfacción. Por el contrario, no bien satisfacemos un deseo, nace un nuevo deseo o la repetición del mismo.
La fuente de deseos se alimenta del anhelo de placer. Dejarse llevar por la búsqueda de placer es una clara consecuencia de la ausencia de atención a lo que vivimos. La búsqueda de placer es una consecuencia de la falta de sentido para nuestra vida. Se trata como de una evasión de nuestra propia vida. Tu vida está tan vacía que buscas con ansiedad cómo llenarla.
Hacia donde mires ves la necesidad de los demás seres que comparten la vida contigo. No puede ser posible que experimentando esa visión no nazca en ti un sentido de ayuda que calme tu búsqueda de placer egoico. Es algo que la atención al presente te puede enseñar.