Preguntas para autobservarme y aprender de mí.
Contribución de Isabel Hernández Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, España
Cuándo ya creo que sé algo ¿me dan ganas de seguir aprendiendo sobre eso?
Lo más normal es que no sienta ya interés en algo que creo que conozco. Veamos, cuando creo que conozco a mi pareja, a mis hijos, familiares, compañeros de trabajo, etc. ¿Sigo interesado en conocerlos? Puede que me interese por determinados aspectos de ellos: que estén bien, que estén saludables, etc. pero no por conocerles. Esto es muy diferente. Yo creo que ya les conozco, que lo sé todo de ellos. ¿Qué me van a contar que yo no sepa? La mayoría de esas cosas que digo que sé, son suposiciones que hice en algún momento y circunstancia. De ello saco una conclusión y ya creo saber cómo es fulanito.
Nuestro cerebro necesita etiquetar lo antes posible todo lo que toca y para ello saca conclusiones y las tomas como creencias seguras. Así, busca conocer el terreno en el que se mueve, lo que cree bueno o mal para sí, porque eso le dará seguridad y oportunidades de salir adelante.
Sin embargo, debo observar que cuando ya tengo una creencia sobre cómo es algo o alguien ya me cierro la posibilidad de seguir aprendiendo sobre eso. ¿Si ya lo conozco para qué seguir curioseando?
Si somos honestos y aceptamos que creemos mucho más de lo que realmente sabemos, se nos abre una oportunidad de volver a observar e indagar y aprender sobre lo que creía que tenía tan claro… y puedo darme cuenta de cuan equivocado estaba en muchos casos o de cuanto ignoraba.
Cuantas más creencias mantenemos, más rígidos nos volvemos y menos estamos dispuestos a aprender.
Estar siempre atento al apego a nuestras creencias, nos brinda la posibilidad de seguir aprendiendo y comprendiendo. La actitud abierta que requiere el aprendizaje constante nos lleva a disfrutar de todo, a no aburrirnos, a verlo todo con ojos nuevos y dispuestos a cambiar.