Cuándo valoro lo que atiendo, ¿me distraigo?
Contribución de José Parés Pérez, Concepción, Chile.
Dentro de la práctica de la atención a lo que vivimos en el presente podemos deslizarnos, casi sin notarlo, hacia ciertas actividades mentales que nos sacan de la presencia en nosotros. Valorar lo que siento, pienso o hago en el momento de atención a mi presente, nos saca realmente de la condición pues estamos midiendo el valor de lo que estoy viviendo, como si estuviera buscando un objetivo a lograr.
En mi práctica de pintura, mi segunda ocupación, y también frecuentemente cuando escribo, como ahora, me distraigo valorando cada pincelada, cada frase, intentando medir esa característica que satisface mi ego. Es una entrar y salir permanentemente de la atención al presente sin juicio. He aprendido a percatarme de ello y a retomar lo que hago con una espartana aceptación representada por la expresión ‘¡qué se va a hacer, es lo que hay!’
La búsqueda de lo perfecto es enemiga de lo bueno. La vida se vive realmente aceptando lo que somos, ello es básico. Ni conformismo ni triunfalismo, ambos ‘ismos’ son perniciosos para el crecer de la vida.
La vida competitiva nos ha llevado gradualmente hacia una dolencia valorativa de todo cuando observamos. Nos es muy difícil aceptar que todo simplemente es. Bueno o malo, mejor o peor, son opiniones muy pobres por lo frecuentes. Abrir nuestra capacidad de vivir y dejar vivir pasa por dejar de valorar lo que es. Si el otro, los demás, piensan diferente a lo que yo pienso, no están equivocados, sólo piensan distinto.
¡Qué simple es la vida, y cuánto que la hemos complicado!
