
Preguntas para autobservarme y aprender de mí.
Contribución de Isabel Hernández Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, España
A lo largo de los días inevitablemente nos encontraremos con situaciones a las que nos resistimos, o con sentimientos propios que nos desagradan. En fin, cosas que no nos gustan y que preferiríamos evitar o que nunca hubieran sucedido. Ante todo lo que decimos NO, NO LO QUIERO, NO ME LO MEREZCO, sentimos resistencia.
Muchas de estas situaciones, no sabemos realmente como afrontarlas si no es reaccionando con rechazo a lo que sucede. Y mucha de nuestra energía se nos va en la resistencia, la queja o el lamento. Además, toda esta reacción es tan automática, está tan embebida en nuestros impulsos más básicos, que ni nos damos cuenta de lo que nos sucede. Simplemente diremos que algo nos hace sentir mal, sin ni siquiera cuestionarnos la respuesta que estamos dando, y mucho menos pensar que haya alguna otra forma sensata de actuar, que no sea la nuestra.
Con frecuencia, ante esta sensación de rechazo a lo que sucede o siento, hago algo para bajar la tensión, como por ejemplo, pensar que en el futuro eso se arreglará o que alejándome, al menos, me sentiré mejor. En fin, me consuelo con una esperanza. ¡Cómo si el futuro existiera fuera de nuestra imaginación!
Las esperanzas siempre son promesas que quizás se cumplan en un futuro, y quedamos exentos, ante nosotros mismos, de hacer nada más. Es un consuelo que nos evita sentirnos responsables de cómo nos sentimos, por lo que frena nuestro aprendizaje, crecimiento y comprensión.
Así que, mejor desconfía de las promesas que consuelan. Mejor será estar muy atento a lo que hacemos y sentimos en el instante actual que vivimos, observando y comprendiéndonos para poder acometer mejores respuestas sin tener que conformarnos con alguna esperanza, que nadie garantiza.