fbpx
15 de octubre Isa Busco la paz dentro o fuera de mí

Preguntas para autobservarme y aprender de mí.

Contribución de Isabel Hernández Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, España

 

Dado que vivimos tan volcados al exterior, parece muy normal que lo primero que se nos ocurra para estar en paz sea buscar o anhelar un lugar sosegado y hermoso, unas relaciones selectas, un trabajo idílico, no tener problemas…

Sin embargo, todo lo externo está también en constante cambio y lo que hoy puedo llegar a tener, mañana puede no estar. Y entonces ¿qué?, ¿a buscar de nuevo?

Podríamos preguntarnos si lo que queremos es un ambiente tranquilo o vivir paz conmigo y con todo lo demás. En el primer caso volvemos a lo externo. En el segundo hablamos de vivir la paz en mí, en mi interior, más allá de las condiciones externas.

“¡Puff, no sé qué es más difícil!” dirá alguien. La segunda opción sólo depende de ti. Yo optaría por ella.

Sólo mencionaré dos de las cosas que nos apartan de la paz.

  1. Los temores y la correspondiente actitud de defensa.
  2. La permanente inconformidad con lo que sucede o con lo que sentimos.

TEMOR

Normalmente, el temor siempre nos habla al oído, indicándonos lo que parece amenazante para nosotros y contra eso nos defendemos o lo evitamos. Si alguien querido para mí dice que se va sólo de viaje, puedo considerarlo peligroso y rápidamente le diré lo que me parece y todos los peligros que se me ocurren y las mil precauciones que debe tomar. O mejor, que no se vaya solo.

Si creo que alguien no me toma en serio y temo la burla, puedo enfadarme y defender mi posición.

Esto son solo 2 ejemplos sobre  temor y actitud de defensa. Pero cada cual tiene los propios.

INCONFORMIDAD  ¿Cómo se manifiesta?

No suelo estar contento con lo que me toca vivir, ya sea un atasco de tráfico, un compañero de trabajo, el sueldo que tengo, el estado de las aceras, los hábitos de mi pareja, mi aspecto físico, mi status social. Hay una crítica frecuente de cosas o personas y quizás un lamento sobre mi situación personal. Para mí las cosas no son como yo me las merezco o como deben ser, según yo. Esto genera amargura como telón de fondo de mi vida.

No me gusta el novio de mi hija. Me lamento, lo comento con mi pareja y amigas. Quiero que sea una persona que me agrade y eso hace que me muestre poco amistoso con él, creando roces con mi hija.

Me mandan a trabajar a China y no paro de criticar todo lo que me choca y de lamentarme de mi suerte. Querría estar en mi casa, porque ese país y esa gente son muy raros e incomprensibles.

Me disgustan profundamente los signos de la edad que tengo. Quiero estar más juvenil, tener menos arrugas, menos canas, más músculos y menos panza. Querría estar como a los 20 años.

Es un constante estado de oposición a los hechos que no puedo cambiar.

Resumiendo, TEMO Y QUIERO CAMBIAR LO QUE ME DISGUSTA Y QUE PERMANEZCA LO QUE ME AGRADA. Tengo una imagen ideal de todo, cosa que me impide comprender, apreciar y aprender.

El temor y la inconformidad ¿qué me aportan?  Irritación, sensación de tensión, actitudes defensivas, vivir deseando otra cosa, disconformidad conmigo mismo, querer cambiar y controlar todo según mi conveniencia o a mis ideales.

¿Te reporta paz esta forma de vivir? ¿Cómo influye esto en tus relaciones?

La solución no está en cambiar o retener lo que está fuera de uno o fuera de nuestro alcance, sino en darse cuenta de nuestro afán de retener lo que nos agrada y de resistirse a los hechos consumados que nos desagradan.

Proponte indagar en estos dos puntos. No me refiero a pensar en ello, sino a observar cómo se manifiestan esos dos aspectos en tu día a día. Atiende sin críticas, como un testigo neutral que ve una película, la película de tu vida.

¿Te defiendes y te lamentas de lo que te toca en la vida? Fíjate cómo eso te hace sentir.

Mientras nos resistimos y lamentamos, perdemos la vida entre los dedos. La vida se hace corta para quien vive inconsciente bajo el paraguas de las propias actitudes defensivas y temores.

Alguien puede mirar un árbol y sentir la paz de esa belleza. Otro puede mirar un árbol y sólo ve las plagas que quizás ni tiene y los bichos que le puedan molestar.

¿De qué lado te gustaría vivir? Cambiarlo está en tus manos. Obsérvate.