Al vivir DIVAGANDO ¿me PERJUDICO a mí mismo y a los demás?
Preguntas para autobservarme y aprender de mí.
Contribución de Isabel Hernández Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, España
Cuando digo divagar me refiero a esa manera automática de pensar en cualquier cosa cuando estoy en la cola para pagar la compra, en el autobús o incluso conduciendo un vehículo. En realidad, casi todo el día.
Divagando, el tiempo se nos pasa más rápido, ¿se han dado cuenta? Ojo, estamos hablando del tiempo de nuestra vida. Vivir hipnotizado por la película que automáticamente proyecta nuestra mente es como vivir en otro mundo. Quizás en el pasado, quizás en el futuro, pero, desde luego, no en el presente. No vivimos con intención y propósito, sino que nos dejamos llevar por la versión automática de nosotros mismos. Esas imágenes que pueblan nuestros días no suelen ser otra cosa que recuerdos, muchos malos y algunos buenos. También de imágenes de lo que podría haber sido y no es; algo que devuelve sentimientos de frustración, impotencia, tristeza… nada agradable.
Divagar nos mete en un carrusel de emociones. Quizás no te des cuenta, pero presta atención durante un rato a esos pensamientos y a las emociones que van asociadas a lo que te pasa por la cabeza. Tú mismo observarás cuanto afecta a tu estado de ánimo ese divagar que te pasa tan desapercibido. Fíjate además en los temas de la divagación. Unos pueden repasar cosas desagradables que te han pasado y en tu cabeza tratas de darle un final más feliz; por ejemplo enfadándote con quién sientes que te ofendió, humilló o faltó al respecto y le respondes en tus pensamientos. Otras veces no sabes cómo darle ese final feliz y solo queda impotencia o tristeza. Otras, también recordamos cosas felices o graciosas y las disfrutamos y eso se refleja en nosotros. Nos cambia el gesto, la profundidad de la respiración, la tensión corporal, el estado de ánimo, la postura física… Y todo eso nos suele pasar desapercibido. Claro, sabemos que nuestra cabeza está dándole vueltas a mil cosas, pero frecuentemente ni nos acordamos luego de ellas, aunque nos afectan tantísimo.
No crees que podrías prestar más atención a que divagas? Y al contenido de tus divagaciones? Y al origen de esos contenidos? Y que hacen esos contenidos flotando en tu mente? Es eso caprichoso o tiene un motivo al que no prestas atención?
Si observas todo eso como un detective imparcial que sólo quiere saber lo que sucede, que sólo quiere descubrir la verdad… quizás descubras muchas cosas que te ayudarán a divagar menos y a vivir más y mejor. Sin intención ni propósito ¿hay vida en el presente?
Es importante comprender que vivir como lo hacemos es siempre resultado de una decisión nuestra. Siempre podemos decidir si queremos vivir en la niebla de nuestras divagaciones, en el enojo, la frustración o la melancolía o si queremos tomar las riendas y vivir por encima de todo eso, afrontando la niebla y encendiendo las luces.
Esa es tu opción. Siempre.