¿El Sufrimiento es destructivo?
Contribución de Isabel Hernández Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, España
La palabra sufrimiento parece referirse a grandes padecimientos, a grandes dolores, a quejidos y lamentaciones insufribles. Quizás por eso si nos preguntan sobre nuestros sufrimientos, nos parecerá que eso es exagerado, que nosotros no sufrimos. Todo lo más que tienes son días buenos y malos, alguno más depre que otros, a veces te sientes frustrado o angustiado o decepcionado. Alguna vez has sentido que alguien te ha traicionado y le has deseado lo peor. A veces te sientes impotente para afrontar algunas dificultades o temes que se presenten en el futuro situaciones que te provocan ansiedad solo de imaginarlas. Y casi siempre te ves arrastrado por lo que sientes sin poder tomar las riendas para salir de ese torbellino desagradable que reaparece como un bucle durante un tiempo.
El tema de este comentario es precisamente eso que sientes. Eso que sientes es el sufrimiento. Y es destructivo. Es destructivo porque te arrastra a su cueva oscura sin ofrecer alternativas. ¿Sabías que las malas experiencias tienen 3 veces más poder que las buenas en nuestra mente? Eso es un rasgo que compartimos con casi todos los animales porque nos ayuda a recordar lo peligroso y estar prevenidos y alerta.
Si no tenemos esto en cuenta, podemos seguir dándole infinitas vueltas a algo que nos preocupa y sentirnos cada vez peor si no sabemos afrontarlo. A pesar de ser destructivo podemos afrontarlo de una manera saludable. Sabemos que las cosas no son tan tremendas como a veces las percibimos. Podemos aprender a ser más ecuánimes y a superar el fuerte impacto que nos producen algunas situaciones. No tenemos por qué vivir como en una montaña rusa de emociones.
Este aprendizaje comienza con prestar atención a cómo nos estamos sintiendo, sin huir de ello y con la intención clara y honesta de observar lo que nos hace sentir ese conflicto… para luego aceptarlo con afecto como parte de uno que es y sentirse sosegado frente a la situación y relajarse hasta que sintamos que lo hemos encajado y asumido.
Cuando no integramos esto lo que solemos hacer es sentirnos mal de diferentes maneras según la persona y quizás dejar que pase el tiempo, o mantener la tensión viva y engordar el sufrimiento, o esconderla y pretender que no existe. Sin embargo, ahí estará esperando a que tú le prestes atención y le des un lugar donde esté cómoda y pueda desaparecer.
El sufrimiento, sin atención, es destructivo. Todo depende de ti.