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​¿Sólo estamos a salvo cuando lo estamos todos?

Comentario de Isabel Hdez. Negrín, España

Cuando nos sentimos amenazados, los seres humanos nos ponemos nerviosos, alerta, dados al sálvese quien pueda. Nos disponemos a hacer piña con personas que nos parezca que nos defenderán de todo mal. Así, creando grupos nos sentimos con más posibilidades. Lo gracioso de formar grupos es que esos grupos, en casos de amenaza, suelen ser para luchar por algún motivo contra otros grupos.  Esto crea más caos, más incertidumbre, más percepción de amenaza.

En estas fechas donde un virus nos tiene contra las cuerdas vemos la formación de grupos por doquier y vemos cómo se pelean. Ya sean grupos políticos o movimientos de tipo No-vacunas o adeptos a las conspiraciones, lo que mueve todo es el temor y la búsqueda de mejorar las posiciones de cada cual. Y en esta luchita nadie está a salvo, no hay paz. Hay confusión, confrontación de criterios, enfado, decepción o impotencia.

Necesitamos darnos cuenta de lo que nos está sucediendo a nivel individual, porque somos los individuos los que sentimos el temor y somos los individuos los que estamos dispuestos a pasar por encima de los demás para conseguir lo que creemos que nos pertenece. Necesitamos darnos cuenta de esas reacciones, de esos impulsos de búsqueda de seguridad y agresión. Necesitamos ser conscientes de que dar rienda suelta a toda la tendencia defensiva que llevamos en el ADN no va a mejorar nada. Al contrario.

Solo estamos a salvo cuando somos capaces de ver esto y decidimos no dar rienda suelta a la agresividad y la violencia. Pon la primera piedra y observa hoy la facilidad con la que nos salen las tendencias defensivas que llevamos grabadas a fuego. Obsérvalas, toma nota y decide no alimentarlas.

Estamos a salvo cuando no creamos enemigos.

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